miércoles, 4 de junio de 2008

La cultura del botellón

Cada fin de semana, los parques y las plazas de Valencia amanecen sucios. Bolsas, vasos rotos y botellas vacías inundan cada rincón de la ciudad. Miles de jóvenes toman cada madrugada las calles para beber hasta altas horas de la madrugada.

Tienen una media de 20 años, son estudiantes universitarios, bien parecidos, y con escasa capacidad económica. “Bebemos en la calle porque no puede ser que una botella de alcohol cueste seis euros en un supermercado, y en una discoteca te cobren eso por una copa”, explican Marta y Luís, asiduos al botellón. Para ellos, en estos momentos la noche no ha hecho más que empezar. Más tarde, se dirigirán a un pub o una discoteca hasta que los efectos del alcohol hagan estragos en ellos.


Sin embargo, antes de que esto ocurra, llegará un momento en que los maleteros de los coches se cierren, los vasos caigan al suelo y aparezcan botellas de ron o vodka sin dueño. Todos los fines de semana la historia se repite. En este momento, la policía, alertada por algún vecino harto del ruido, se enfrentará con muchas dificultades a las grandes concentraciones de jóvenes que se encuentran bajo los efectos del alcohol. Ellos saben que su presencia alerta a los jóvenes, que desaparecen corriendo o sueltan el vaso al instante, pero también saben que cuando se vayan, la plaza volverá a convertirse en una improvisada barra de bar. Treinta y cuatro patrullas policiales recorren las calles de Valencia cada noche para velar por el cumplimiento de la ley, pero el aumento del botellón en todas las zonas de ocio, y su reciente expansión a parques y zonas alejados de éstas, sobrepasa la capacidad de estos agentes.

Según estudios realizados, algo más del 80 por ciento de los universitarios españoles hace botellón y no están dispuestos a dejar de hacerlo, ya que para ellos es una forma de diversión y de integración social. Así que, cada fin de semana la historia se repetirá: alcohol, vecinos molestos, jóvenes con multas, jaleo, suciedad y diversión, mucha diversión.
Raquel Durá Lahoz

3 comentarios:

Anónimo dijo...

el botellón seguro que no...pero la mezcla de kiwi de marca exótica igual si que la dejamos ¿no?. además, como no vamos a hacer botellon si pa' un dia que no hacemos y chupiteamos con cualité terminamos plegados en las barandillas del guadalquivir...en fin...chin chin¡

Anónimo dijo...

oye tú, negrita!!! si tienes algo que decir a la cara, eh!!! que por lo menos hubo "gente" que solo se dobló en la barandilla, pero "otra gente" le hubiera venido bien saltarla y darse un refresquito en el río...ju ju ju!!!

Y mucho ánimo, que sabemos que tienes más faena tú que ARRRR repudiando a gemelas, pero si no puedes tú, no puede nadie!!

Tutto dijo...

El btellón es nuestro pan de cada fn de semana... es totalmente lícito y debería ser respetable por los demás, puesto que es una forma más de ocio, como los son las fallas o berbernas en su momento. Además, la gente cada vez más, confluye para beber en zonas como universidades y zonas de universitarios, mientras que en ciertas zonas de noche de Valencia (juan llorens, Barrio del Carmen) el ambiente es similar e incluso peor a pesar de que la gente no se reune para beber.
Dicho, esto... no encuentro queja posible! Así que vivaaaa el botellóón!!