domingo, 24 de agosto de 2008

Geek a los 50 y analógica a los 20

Cuando a mi padre le interesa algo, se lo compra. ¿Toda la vida trabajando para no darse un caprichito? Pues hoy han llegado a casa un reproductor de blue ray, cámara digital de alta definición, ordenador con tarjeta de vídeo y disco duro de 120 gigas. Ahí es nada. Siempre ha sido aficionado a la fotografía. La calidad de la imagen le apasiona. Hubo una época en la que se encerraba en el váter de casa con la lucecita roja y los líquidos reactivos y su maquinita de impresiones en blanco y negro. Hace tiempo que lo dejó. Pero ha vuelto a su interés por la imagen y lo ha hecho a lo grande. Se ha pasado al movimiento, a la edición. Todo digitalizado. Va a intentar ponerse más que al día en nuevas tecnologías.

A mí, me ha dado por lo contrario. Me encanta la historia de la música y en mis investigaciones personales o en mis ratos de ocio no paro de ver antigüedades en el youtube, 'Aplauso' y el '1,2,3' en la TDT, he rescatado algunos casettes y, principalmente, me he puesto a comprar vinilos entre otros sitios en eBay. Paradojas de la vida, las nuevas tecnologías me han ayudado en tales hazañas. Algunos pensarán que me he convertido en una freek o que la ola revival que vivimos en la moda o la publicidad me ha arrastrado muy adentro. Yo creo que es algo que va más allá. Va en los retos personales, nuevos descubrimientos...

Puede que mi padre sienta rejuvenecer utilizando todos esos gadgets y moviéndose por el mundo de las nuevas tecnologías. Es una lucha lenta y continua que sólo de vez en cuando da alegrías, pero qué alegrías. Él tarda lo mismo en hacer un documento de word o en editar un vídeo, que yo en encontrar un single empolvado del rastro, la tienda de vinilos o alguna ganga en internet. ¡Horas!

Si él se hace joven desafiando a las últimas tecnologías, yo creo madurar dando pasos atrás en el tiempo, haciendo memoria de una época que nunca viví. O a lo mejor estoy experimentando una segunda adolescencia anacrónica: con 21 años y adorando cantantes que ya tienen más que superada la etapa de un público de jovencitas histéricas. Pero me gusta: es el poder de la música. Te hace viajar y enamorarte a través de melodías y decibelios. Hasta que apretamos el stop. Menos mal que conservo la cordura y en este momento vuelvo a la realidad. No tengo dinero para el coleccionismo. Tendré que trabajar tantos años como mi padre para poder conseguir hacer una compra tan reconfortante como la que él acaba de hacer. Él se la ha merecido.

LAURA RIBES

3:36 - 0 Comentarios - 0 Punto/s - Comentar - Editar -

No hay comentarios: